sábado, 10 de diciembre de 2011

Udaipur (II)

Nuestro hotel está muy bien situado, en uno de los ghats (plataformas a orillas del lago donde se realizan muchas actividades), con unas vistas estupendas a las 2 islas y muy cerca del palacio de la ciudad. Podemos llegar a todos lados andando, cosa que agradecemos.

Hemos visitado el enorme palacio, sus museos y varias exposiciones, incluida una de objetos de vidrio tallado (caprichos del maharajá de turno) en la que había de todo: mesas, sofás, lámparas... E incluso una cama toda de cristal (menos el colchón claro, que tampoco era tonto). También tiene una colección de coches antiguos, entre los que hemos visto el rolls royce phantom de la peli 007 Octopussy.

Nos ha chocado mucho encontrarnos un árbol de navidad a la puerta de un hotel, con este calor se hace raro...

Udaipur es la ciudad mas limpia y tranquila de las que hemos visitado hasta ahora. Hemos paseado durante un buen rato por los bazares, disfrutando de la actividad y de la gente.

Después de comer hemos dado un paseo en barca por el lago. Pensábamos que sería algo más romántico pero es bastante turístico. De todas formas, se ven poquísimos barcos navegando por aquí.

Tras el paseo hemos vuelto a las calles donde la actividad era frenética. Hoy era el ultimo día de la festividad musulmana y estaba a punto de comenzar la última procesión. La gente intentaba coger el mejor sitio en la acera, portales y balcones, sobre todo mujeres y niños, ya que los hombres son los que participan en la procesión. Estaba todo a tope pero unas policías nos han dejado colar (sólo a nosotros) en las escalinatas de un templo así que hemos tenido unas vistas estupendas, tranquilitos, y hemos podido conversar con ellas un rato.

Los pasos son una especie de torres muy adornadas e iluminadas, cuanto más altas mejor, que los hombres portan a hombros a vez que entonan sus cánticos con mucho fervor. Es curioso pero nos recuerda mucho a la semana santa andaluza.

A media procesión nos hemos ido a buscar a nuestro conductor. Hoy nos despedimos de él así que le hemos invitado a cenar y de paso hemos aprovechado para charlar un poco con él. Nos ha dicho que tiene 25 años y que en abril se casará, aunque todavía no tiene novia. Le hemos preguntado si era libre para casarse con quién quisiera y nos ha dicho que sí, que podía ver un par de veces a la candidata y si le gustaba se casaba con ella y si no, pues no. Creo que tenemos conceptos de libertad bastante diferentes. Lo buenos es que estamos invitados a la boda, jeje.

Después de cenar, camino al hotel, nos hemos tropezado de nuevo con la procesión. Cuanto más avanza la noche más altos son los pasos, pudiendo superar los 20 metros. Esto es un problema cuando tienes las calles llenas de cables eléctricos colgando, pero ellos consiguen hábilmente inclinar los pasos peligrosamente hasta que pasan. El fervor es máximo a estas horas y da hasta un poco de miedo. Al final tiran la parte superior de la torre al lago y nosotros lo hemos podido ver todo desde primera fila.

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